Encontré tus ojos en la avidez de tus ensueños,
busqué en tu dulce mirada la razón de existir
Fui precavido, culpable, cómplice y testigo
presencial de tu belleza, que trastornó mi cielo.
Soy transeúnte, trashumante y desambiguado
por las grandes avenidas de tus besos
El carbono catorce es incierto con el humo,
no data la antigüedad de la magia de tus ojos,
ni discute por dedos deshidratados por el llanto.
Me he reciclado muchas veces en tu vientre,
en los pasamanos de la vida, mi escondite.
Escandalo húmedo en la esencia de tu beso,
que me postran a tus pies para adorarte.
Siempre
Fausto
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